domingo, 16 de diciembre de 2012

Rubén Botta.

Hola a todos, ha sido noticia esta semana la final de la Copa Sudamericana de la que siempre estamos muy pendientes en este blog debido a la cantidad de jugadores jóvenes que cada año nos da a conocer. Gracias a ella, hemos podido hablar en este blog de jugadores como Leonel Galeano, consolidado ya en el eje central de Independiente, de Rodrigo Mora, ahora taladrando redes con sus goles en River, o de Rafael Toloi, pieza fundamental para Sao Paulo en la consecución de esta última edición de la Copa Sudamericana. Pero por desgracia, esta vez el torneo no ha sido noticia precisamente por la belleza de la competición, todo lo contrario. Una final especialmente marcada por la dureza de su juego, por la rivalidad entre argentinos y brasileños y por las continuas trifulcas entre jugadores de Tigre y Sao Paulo, ha hecho de esta edición de la Copa Sudamericana un desastre absoluto a nivel de organización y un esperpento futbolístico a la hora de considerar este deporte como tal. Peleas, agresiones, armas, sangre en los vestuarios y decisiones nefastas hicieron de la final un espectáculo absurdo en el que tanto la Conmebol como la propia organización del torneo quedaron absolutamente en ridículo.

Pero no estamos aquí para hablar de luchas y trifulcas, si no de fútbol. Del fútbol que puso Sao Paulo en la 1º parte, liderados por un Lucas Moura imperial que se despidió de su afición dándole el título de campeón a su equipo, aunque no hubiera sido de la manera que él hubiese querido. Y también, del fútbol de Tigre. Más rácano, más aguerrido y más intensivo, pero es su fútbol, a fin y al cabo. Y así ha llegado a la final, el equipo más humilde de entre los grandes argentinos nos ha sorprendido a todos para bien, haciendo un torneo impecable si dejamos de lado el partido en Morumbi. Néstor Gorosito ha vuelto a demostrar su valía como entrenador, dotando a un conjunto sin apenas presupuesto de una actitud en la cancha increíble y demostrando que la mejor base para llegar a lo más alto es cuidar el total del conjunto, por encima de las individualidades. Pero como en todo equipo que se precie, para llegar a lo más alto también hacen faltas jugadores que pongan un algo diferente al partido, jugadores de grandes cualidades técnicas que hacen elevar el nivel del equipo, y en Tigre, esta cualidad es obra absoluta de nuestro protagonista de hoy, el joven Rubén Botta, de 22 años.

Nacido el 31 de Enero de 1990 en San Juan, Argentina. Matador desde sus inicios, y en el sentido puramente futbolero, ya que a Tigre se le conoce en Argentina como “Los matadores”. Una vez aclarado esto, es hora de repasar su trayectoria futbolística hasta el momento. Como ya hemos comentado, Rubén Botta se ha criado futbolísticamente en la entidad que actualmente defiende en el terreno de juego. Con tres años ya en el primer equipo de Tigre, cabe destacar los altibajos que ha sufrido a lo largo de su estancia en la máxima categoría del fútbol argentino, donde a pesar de mostrar unas cualidades técnicas más que suficientes, nunca ha llegado a explotar todo su potencial. Debutó en 2009 frente a un grande, Boca Juniors, pero ese fue su mejor logro esa temporada ya que apenas contó con minutos tras su debut, lo que instó al club a cederlo a Europa para ver si conseguía impregnar en su fútbol alguna de las cualidades del fútbol del viejo continente. Sin embargo, la experiencia no fue del todo buena, ya que su llegada al Ventspils letón fue más frustrante que prolífera al no contar con minutos y como llegó, se volvió a ir. Regresó de nuevo a su club de origen y todo pareció cambiar, ya que empezó a contar con minutos de manera más regular y en cada partido que jugaba dejaba algún que otro detalle esperanzador. Desde ese momento, Botta fue creciendo poco a poco hasta convertirse en lo que es hoy, una pieza fundamental en el juego ofensivo del equipo dirigido por el ex técnico del Jérez, Néstor Gorosito. Junto a él ha alcanzado su mejor fútbol desde que debutara en 2009 y esta Copa Sudamericana ha dado buena fe de ello, dejándonos goles para el recuerdo como el anotado ante Cerro Porteño en los cuartos de final o el golazo ante la UD de Quito.
  
En cuanto a su estilo dentro de la cancha, podemos definir a Rubén Botta como un extremo zurdo dotado de una calidad técnica superlativa y una gran capacidad de desborde en el uno contra uno. Jugador de esos que lleva la bola pegada al pie, destilando agilidad y control a partes iguales cuando se trata de llevar el balón en conducción. Sus cualidades técnicas nos llevan a pensar que podría actuar perfectamente de enganche o mediapunta, y sus virtudes podrían multiplicarse al jugar aun más cerca de la media luna que marca el espacio del área. Pasando a destacar otros puntos fuertes, es imposible no hacer mención a su velocidad, especialmente cuando arranca en carrera, y es que no es raro verlo dejar hasta dos y tres defensores en el camino cuando inicia el desplazamiento directo. Aparte, en esta Copa Sudamericana también nos ha enseñado grandes cualidades a la hora de definir ante el portero, siempre golpeando el balón con la zurda y utilizando la derecha como punto de apoyo para todo. Eso si, no esperemos grandes cifras goleadoras ni ahora ni en el futuro por parte del sanjuanino, Botta no es jugador de goles, sí de crearlos. La grandeza de su juego reside en la activa participación tanto a la hora de combinar con sus compañeros como a la hora de ofrecerse en el apoyo, siendo de esos jugadores en los que la palabra esconderse no aparece en su diccionario. Aun así, todavía no hemos visto ni mucho menos la mejor versión del argentino, él mismo debe saber dar ese paso adelante que le haga distinguirse del resto, como hemos visto en muchos tramos del torneo. Quien sabe si tras esto, su próxima salida a Europa tiene una historia totalmente distinta a la anterior.